Estimulación Precoz.
La estimulación temprana o atención temprana consiste en
proporcionar al bebé y al niño las mejores oportunidades de desarrollo
físico, intelectual y social para que sus capacidades y habilidades le
permitan ser mejor de lo que hubiera sido sin ese entorno rico en
estímulos intelectuales y físicos de calidad. La estimulación temprana
incluye un conjunto de actividades que pueden ser aplicadas desde el
nacimiento hasta los 6 o 7 años del niño, franja de edad con mayor
plasticidad cerebral. No solamente conviene aplicarla a niños sanos sino
también a niños con trastornos reales o potenciales en su desarrollo,
para así estimular sus capacidades compensadoras.
Desarrollo
La verdadera estimulación temprana se realiza al bebé de recién
nacido a los 3 meses de vida que es el periodo de tiempo en el que hay
mayor plasticidad cerebral, sin embargo éste proceso, se puede realizar
en los bebés dentro del útero materno. Siendo los primeros seis años de
vida los que caracterizan por un alto grado de plasticidad neuronal1 o plasticidad neural,
que permite la adquisición de funciones básicas como el control
postural, la marcha o el lenguaje. La consecución progresiva de hitos en
este desarrollo va permitiendo la aparición y mejora de nuevas
habilidades (por ejemplo, es necesario que el niño aprenda a sujetar la
cabeza, controlando la musculatura del cuello, para que pueda dirigir la
vista, lo que refuerza la motivación para la marcha o el contacto
visual como elemento socializador…).
Este desarrollo surge de la interacción entre los genes
y el ambiente. Los primeros son inmodificables, y establecen la base de
capacidades propias de cada individuo. Los factores ambientales, sobre
los que intervienen los programas de estimulación precoz, modulan e
incluso inhiben o estimulan, la expresión de diversas características
genéticas.
Dentro de los factores ambientales se incluyen los puramente
biológicos (estado de salud, nutrición…) y otros de índole psicológica,
social y cultural: sus vínculos afectivos iniciales, el nivel de
atención que recibe, el grado de interacción del ambiente con el niño
(personas que lo rodean, objetos, luz, sonidos…). Estos factores son
fundamentales en la maduración de conductas de adaptación al entorno, de
la disposición al aprendizaje, del establecimiento de diferentes
estrategias de comunicación o del desarrollo emocional.
Etapas del desarrollo del niño.
DESARROLLO PSICOSOCIAL.
Se trata del momento en el que el ser humano comienza con un proceso
de adaptación psicológica y una interacción constante con su medio
ambiente , para el bebe desde la etapa de la vida intrauterina el
cerebro comienza con un proceso de maduración para después del
nacimiento ser capaz de desarrollar sus funciones elementales , con la
estimulación del cerebro del niño se puede lograr el desarrollo y
maduración de sistema nervioso central , y se lleva a cabo una
interacción con las personas que lo rodean de manera activa y pasiva, en
relación al bebe.
De tal manera que en esta etapa de cambios morfológicos y
estructurales, y la interacción con su medio y lo que genéticamente trae
consigo, interactúan para lograr el desarrollo de sus funciones
motoras, cognitivas y sensitivas, para obtener un aprendizaje y la
maduración de su sistema nervioso central.
DESARROLLO EMOCIONAL
Es el desarrollo de conductas que marcan el temperamento del niño,
por medio del cual se establecen patrones de conducta que el niño sigue
como modelo de su aprendizaje.
Grace y Baucum (2009) mencionan tres categorías que los describen:
Fáciles: niños de buen humor y predecibles Difíciles: frecuentemente
irritables e impredecibles Lentos para responder: malhumorados y poco
sensibles a la atención.
La primera relación que tiene el niño en relación a esas conductas es
el apego con su madre, por medio de la relación con la madre, es
posible que se obtenga una comunicación reciproca afectiva, en donde la
madre y el niño obtienen una experiencia satisfactoria y benéfica, es
así como el desarrollo del niño se va dando de manera experimental y
gradual con ayuda del medio que lo rodea y en el que se desenvuelve.
DESARROLLO INTELECTUAL O COGNITIVO:
Tiene como objeto estudiar las distintas estructuras del conocimiento
en cada etapa del desarrollo personal, especificando como las percibe y
las utiliza para relacionarse con otras y adaptarse al medio ambiente.
Jean Piaget plantea que tales estructuras no son fijas sino que se van
enriqueciendo y haciendo cada vez más complejas en distintas etapas de
nuestra vida, desde la infancia hasta la edad adulta.
A cada etapa de nuestro desarrollo, según la edad, corresponden
ciertas estructuras cognoscitivas:
• Periodo sensoriomotor (1 a 2 años
de edad): se percibe el mundo con base en sensaciones y sus movimientos.
• Periodo preoperacional (2 a 7 años de edad): puede realizar
operaciones de raciocinio elemental.
• Periodo de operaciones concretas
(7 a 11 años de edad): puede fijar ideas sobre una experiencia.
•
Periodo de operaciones formales (11 años en adelante): realiza
operaciones formales y tiene entonces capacidad de generalización y
abstracción.
DESARROLLO SOCIAL :
El desarrollo social del niño también se encuentra influenciado por su
entorno en el cual se desenvuelve, y de las personas que se encuentran a
su alrededor o se encuentran a cargo de él, el niño al relacionarse con
los adultos, es capaz de aprender de ellos y así poder desarrollarse
fuera del hogar, y dentro de él, los padres o cuidadores tienen un
comportamiento propio reflejaran en el cuidado que se le brinde a los
niños. Los valores de la familia, el afecto y las reglas de la sociedad
le permitirán al niño, poco a poco, dominar su propia conducta, expresar
sus sentimientos y ser una persona independiente y autónoma. Para
estimular esta área se realizarán actividades que permitan satisfacer su
iniciativa, curiosidad y su necesidad de obtener un mayor grado de
autonomía en lo que se refiere a los hábitos de independencia personal
(alimentación, vestido, aseo, etc.)
Consejos para los padres al aplicar la estimulación temprana.
1. Respetar el tiempo de respuesta de tu hijo. Elige un momento
tranquilo para jugar con él. Evita jugar con tu hijo cuando notes que él
está cansado y sobrecargarlo de tareas y de estímulos.
2. Elige objetos
agradables al tacto, al oído, al paladar, y que sean, claro, seguros.
3. Los juegos deben ir acompañados por canciones, palabras y sonrisas.
De cariño y dulzura, también.
4. El juego tiene que ser algo placentero,
para los dos.
5. Aprovecha el momento del baño para dar un masaje a tu
hijo.
6. Usa la música mientras llevas a tu hijo en el coche o en casa.
7. Enseña libros a tu hijo. Si es un bebé, hay libros de tela, de
plástico, con olores y distintas texturas.
8. Cuenta cuentos a tu hijo
antes de dormir.
9. Establece rutinas para comer, dormir y jugar así
aprenderá como se organiza la gente y lo que se espera de él.